Poltergeist en Japón

Poltergeist en Japón

A mediados del año 2000, la tranquilidad de un barrio residencial ubicado al Este de la ciudad de Tomika, en la prefectura de Gifu (Japón), se vio alterada de forma repentina cuando varias familias que vivían en el inmueble comenzaron a experimentar una serie de extraños fenómenos en sus domicilios. La percepción de sonidos sin una causa definida, las supuestas apariciones de fantasmas, movimientos inexplicados de objetos y el funcionamiento inesperado de electrodomésticos se convirtieron en inquietantes «compañeros» de los inquilinos.


En poco tiempo, los misteriosos sucesos corrieron en boca de todos y, en octubre de 2000, periódicos, revistas y programas de televisión se hicieron eco de la pesadilla que vivían los vecinos. Días después, un grupo de investigadores de fenómenos paranormales, compuesto por científicos del Instituto de Investigación Internacional y el Laboratorio Yamamoto de Bioemisión, dependiente del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas de Japón, entrevistaron a los periodistas de la televisión local, quienes aseguraban haber presenciado cómo en determinados lugares del edificio se producían fenómenos electromagnéticos anómalos. Los expertos Hideyuki Kokubo, Mikio Yamamoto y Tatsuo Hirukawa iniciaron una sofisticada investigación, provistos de los más avanzados equipos de medición de campos magnéticos. Además, el equipo contaba con la colaboración de un psicólogo. Los fenómenos denunciados por los habitantes del inmueble eran de lo más variado.

Por ejemplo, en los apartamentos 101 y 402 (en el ala Este) se escuchaban con claridad ruidos extraños, algunos de ellos similares a pasos. Durante algunas de las entrevistas que realizaron allí, los periodistas de un canal de televisión consiguieron grabar otro sonido, que recordaba al sónar de una película de submarinos. En otras viviendas, como en los pisos 304, 403 y 405, las flores de las ventanas se habían marchitado de forma inexplicable, mientras que en el resto de inmuebles gozaban de toda su plenitud.

También en el apartamento 403, sus inquilinos presenciaron la misteriosa aparición de un hombre y una mujer, y un vecino del 404 observó a una «persona» junto a la puerta del primero. En el 101 se registró el movimiento de una cortina que estaba junto a una ventana herméticamente cerrada, y en el 304 un tarro salió volando solo desde un lugar desconocido. En el apartamento de al lado, el 305, el pomo de una puerta giraba sin que nadie lo tocara, y en otras viviendas sus habitantes contemplaban asombrados cómo se abrían y cerraban los cajones de los muebles. Algunos pisos parecían registrar mayor actividad que los demás. Ese es el caso del apartamento 404, donde la televisión cambiaba de canales ella sola, la puerta de un armario se abría –un plato salió disparado de su interior–, un fogón de gas de la cocina se encendió sin que nadie lo accionara –al igual que un secador de pelo–, y una brújula giraba sin causa aparente. Además, al presentarse allí los periodistas, las cámaras no funcionaban si intentaban enfocar ciertos lugares, y se registraron un buen número de fallos con las luces y otros aparatos. tomiko.jpg

Cuando las 24 familias que viven allí se acomodaron por primera vez en los apartamentos en 1999, ya tuvieron la sensación de que había algo extraño. Algunos se asombraban porque creían que eran sus vecinos quienes hacían mucho ruido, por lo que pasó algún tiempo antes de que «los residentes lo atribuyeran a un efecto paranormal, asegurándose que sus experiencias no eran provocadas por ruidos corrientes o por otros habitantes del vecindario», explica Kokubo, director del equipo de investigación. Al comprobar que la situación empeoraba, la comunidad de propietarios hizo una petición formal al ayuntamiento de Tomika para que éste tomara medidas urgentes ante los extraños fenómenos, pero la respuesta que recibieron no fue la que esperaban. «Se burlaron de ellos, y pensaron que eran víctimas de alguna alucinación colectiva», recuerda Kokubo. Varias familias tomaron la decisión de abandonar el barrio durante un tiempo, a la espera de que los sucesos dejaran de producirse.

Los vecinos terminaron por convencerse de que sus experiencias estaban causadas por fantasmas, y le pidieron a un médium que realizara un ritual religioso. Tras la ceremonia, los fenómenos extraños comenzaron a disminuir en el lado Este del inmueble. Sin embargo, no se detuvieron por completo y se desplazaron hacia los apartamentos del centro y las viviendas superiores. Durante varias semanas, un periódico se hizo eco de aquellos incidentes, lo que atrajo la atención de otros periodistas. «Un canal de televisión convocó a varios médiums –explica el informe realizado por los investigadores– para que visitaran uno por uno los apartamentos y exorcizaran a los fantasmas». Mientras, otros periodistas pidieron al equipo del Laboratorio Yamamoto de Bioemisión que realizara una investigación científica y más seria del caso. Y así lo hicieron. Para entonces las viviendas se habían convertido en una especie de atracción turística, y muchos curiosos se acercaban hasta allí para ver lo que ocurría. Aparecieron supuestos psíquicos de todo el país y representantes de diversas creencias religiosas. Incluso se realizaron rituales sin el permiso de los vecinos, por lo que el inmueble se vio invadido por un «circo» de cultos, incienso, cánticos y oraciones.

"La última noche que permanecimos allí a petición de los propietarios –explica Kokubo–, un grupo de monjes budistas practicaron una ceremonia de purificación espiritual conocida como Joh-rei en la entrada del edificio, para brindar paz espiritual a los fantasmas ‘desorientados’ y permitirles ir hacia el otro mundo. Casi todos los vecinos participaron en el ritual, exceptuando a un niño que esa noche padecía una repentina fiebre y los propietarios que habían abandonado sus apartamentos. A los pocos días, uno de los inquilinos manifestó que, después de la ceremonia, los extraños fenómenos comenzaron a desaparecer gradualmente y que se sentía mucho mejor y sin molestias. El presidente de la comunidad del edificio reconoció que las denuncias se habían reducido notablemente". La investigación realizada por Kokubo y su equipo se prolongó durante tres días, del 15 al 17 de noviembre de 2000. En primer lugar llevaron a cabo un estudio preliminar con un detector de radiación portátil, pero los resultados no mostraron ninguna anomalía significativa.

Además utilizaron varios magnetómetros para medir los campos magnéticos en el edificio, y controlaron la humedad y la temperatura mediante un equipo especializado. Durante tres días, los aparatos no registraron nada que pudiera suponer una evidencia de un fenómeno sobrenatural. A pesar de esta ausencia de mediciones anómalas concluyentes que permitieran probar la «presencia fantasmal», los magnetómetros detectaron señales de baja frecuencia (por debajo de 20 hercios), lo cual descartaba que los incidentes de Tomika estuvieran causados por la acción de campos magnéticos. Sin embargo, el 15 de noviembre, Kokubo y su equipo habían registrado dos señales eléctricas extrañas mientras se encontraban en el apartamento 305, lo que parecía demostrar la existencia de un fenómeno real. Curiosamente, ese mismo día un vecino del inmueble dijo que «algo» invisible había intentado girar el pomo de la puerta de entrada, y después había pasado por el pasillo y cruzado por la habitación de su hijo. Otro detalle curioso lo aportó el propietario del apartamento 405. Según este vecino, los extraños sonidos que oía en su vivienda se producían habitualmente en un minuto concreto de cada hora. Los investigadores observaron que había diferencias entre los sonidos y los impulsos eléctricos. La primera señal extraña fue registrada puntualmente a las 22.30 –ni un minuto antes ni un minuto después– lo cual sugería la posibilidad de que aquellos misteriosos sonidos estuvieran causados por fuentes artificiales.

Tras el análisis de los datos obtenidos, los científicos japoneses llegaron a la conclusión de que los sucesos registrados en Tomika podían deberse a la suma de varios factores, como causas psicológicas y alteraciones en el ambiente, y, muy posiblemente, fuesen iniciados por algunos episodios parapsicológicos, como suele ser habitual en incidentes similares.

 

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